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Cambiar para que nada cambie

Hay ambientes y situaciones que se prolongan en el tiempo y, cuando todo va cambiando con el paso de los años siguen con los mismos condicionantes que en sus orígenes. 
Situaciones como las que cierta nobleza terrateniente prolongan en la Italia de finales del ochocientos y comienzos del novecientos vienen de las relaciones feudales y se alargan en ambientes rurales herméticos. Aparece así el duro contraste entre las grandes posesiones de nobles con títulos, personajes importantes por su riqueza frente a las pasiones y vidas de los habitantes de esos entornos cerrados en los que las relaciones son endogámicas, llegando a generarse conflictos que pasan de unas generaciones a otras.
Te propongo una mirada a la Italia rural de finales del XIX y comienzos del XX en acompañados con textos y músicas de dos autores como Giuseppe di Lampedusa y Pietro Mascagni. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Para comenzar, el texto nos acerca a la obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, príncipe del mismo nombre y duque de Palma di Montechiaro. Su obra más conocida e inédita hasta su muerte es Il Gattopardo, una novela conocida por la versión cinematográfica de Luchino Visconti y protagonizada por Burt Lancaster. Narra las vivencias de Don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina y su familia entre los años 1860 y 1910 en Sicilia.

Una de las ideas enunciadas en la novela señala la capacidad de los sicilianos para adaptarse a los diferentes gobernantes que la isla ha tenido a lo largo de la historia, a la vez que señala la intención de la aristocracia gobernante de aceptar los cambios más o menos revolucionarios para poder seguir conservando su poder e influencia: "Se vogliamo he tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi" (Si queremos que todo siga tal como está ahora, es necesario que todo cambie). Esta idea, conocida como gatopardismo en ciencias políticas trae la paradoja que indica la voluntad de "cambiar todo para que nada cambie".





Las obras de Pietro Mascagni (1863-1945) pertenecen al verismo, el movimiento que imperaba en la música operística italiana de fines del XIX y principios del XX, continuador natural del Belcantismo.
La ópera verista recoge en sus argumentos sucesos de la vida real, extraídos tanto de obras literarias como del rumor popular y su contenido es altamente dramático, muy a menudo melodramático.
El triunfo de Mascagni en un concurso de ópera permitió que esta obra pasara a la historia por su composición rápida (se terminó en dos meses) y por el hecho de que su autor no volviese a triunfar. Ganar en el concurso significó el estreno de la ópera en Roma en 1890. Su Cavallería Rusticana le dio fama mundial, pero le puso el listón excesivamente alto. 
Se trata de una ópera de un solo acto con intermezzo, donde los fragmentos instrumentales tienen gran valor. El título de la obra alude al código del honor en una comunidad aldeana, algo así como "Caballerosidad campesina".



El momento cumbre es violento, con un duelo fuera del escenario. Los protagonistas expresan en poderosos solos el fiero orgullo que origina la violencia, y unos coros sólidamente construidos realzan la fuerza colectiva.
Regina Coeli es una pieza religiosa para ser cantada en el rito litúrgico, pero que Mascagni lleva al escenario tomando parte protagonista en el primer acto de Cavallería Rusticana, siendo una de las piezas más conocidas de la ópera junto con el coro de inicio y el Intermezzo.
Situémosnos. Día de fiesta en un pueblo de Sicilia. En la procesión de Pascua de Resurrección, todo el pueblo entona un himno de Pascua (Regina Coeli Laetare) en el cual Santuzza y el coro entremezclan sus voces con las plegarias.









































La primera versión que te presento pertenece a una representación llevada a cabo en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona donde el personaje de Santuzza fue cantado por Ildiko Konmlosi.



La última mirada, a la que se le resta su dramática fuerza escénica, pero en la que se le gana una mejor sonoridad está interpretada en su parte solista por una cantante asidua de este blog, le mezzosoprano Elina Garança.


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Un furtivo instante

Por supuesto, a Pili. 

Hay un instante que refleja ese momento tan especial en que dos personas comprenden que su relación va mas allá de la pura amistad. En palabras que seguiremos más adelante "Cielos, así podría morir. Podría morir de amor". A ese instante por el que tantos hemos pasado, cada uno de una forma única, irrepetible y personal está dedicada esta entrada.



El escritor inglés Christopher Isherwood no suele formar parte de nuestra memoria colectiva. Vivió en Berlín hasta finales de los años treinta del siglo pasado, desde donde sus ideas contrarias al régimen nacionalsocialista instaurado le hicieron salir y terminar sus días como ciudadano americano. Entre sus obras destaca Goodbye to Berlín (Adiós a Berlín, 1939), que junto con otros relatos sirvió de base para el musical Cabaret


Gaetano Donizetti (Bérgamo, Italia, 1979-1848) fue autor de un éxito extraordinario tanto en Italia como en Francia, donde estrenó alguna de sus óperas en francés. Entre sus obras destacan Ana Bolena, Lucia de Lamermoor, La favorita, La fille du regiment y Don Pasquale. Las primeras se inscriben en el grupo de óperas serias, mientras las dos últimas pertenecen al de ópera buffa o cómica, género que cultivó con gran éxito.
L'elisir d'amore (El elixir de amor) es, sin duda, una de las grandes óperas bufas de la historia musical. Su trama responde al mecanismo de este tipo de obras: situaciones confusas, cómicas en muchos casos, personajes como el fanfarrón sargento Belcore, el embaucador doctor Dulcamara -quien proporciona el elixir del título- y la joven pareja que, tras las consabidas peripecias acaban en un final feliz digno de este tipo de obras: Nemorino, un campesino simplón y enamorado de Adina, campesina rica que coquetea con el militar. Antes del feliz desenlace Nemorino descubre que Adina lo quiere al ver cómo una lágrima corre por su mejilla.


Donizetti quiso introducir un aria para el tener en el segundo acto, a lo cual se opuso su libretista Felice Romani: "¿Qué hace aquí este patán entrando en escena y poniéndose a gimotear patéticamente, cuando todo debe ser festivo y alegre?" Insistió el compositor y el aria Una furtiva lagrima es una de las más populares, espectacular y reconocida de cuantas se han compuesto para la voz de tenor.
Además del éxito que tuvo desde su estreno, un disco histórico de Enrico Caruso, grabado a comienzos del pasado siglo, llegó a popularizar este aria. La vocalización que éste hacía de la frase "M'ama, si, m'ama, lo vedo" hizo pensar equívocamente al gran público que se trataba de una gran ópera romántica y no un delicioso melodrama giocoso in due atti (melodrama cómico en dos actos) según reza en el título.



Hoy te acerco varias versiones de esta pieza y te propongo que decidas cuál te gusta más, independientemente de la calidad de la grabación y de si tiene sólo audio o vídeo. ¿Por qué no das tu opinión a través de este blog o en las redes sociales?



La primera versión, sólo audio pertenece a aquella histórica grabación del mítico Enrico Caruso.


Nuestro incombustible, inquieto y polifacético Plácido Domingo.



Uno de los más grandes, Luciano Pavarotti.


El mexicano Rolando Villazón, uno de los apadrinados por Domingo, expresivo en lo musical y lo teatral en una ya histórica versión grabada en la Staatsoper de Viena



¿
Con cuál te quedas? 

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Encuentros, amores y complicidades con Bellini y Marái


Amores y desamores, desencuentros, encuentros y complicidades se dan a veces la mano. En determinados momentos la línea que une o separa el amor y el odio, la amistad o la rivalidad, la pasión o el desafecto es tan sutil que un gesto o una pequeña acción en una u otra dirección determina el paso de una a otra. En esta entrada un texto del escritor Sándor Márai y un dúo de la Norma de Bellini nos muestran la sutil frontera que existe entre estas sensaciones.



El escritor húngaro Sándor Márai, posee una prosa que cautiva con la magia de lo que se ha llamado la gran literatura. Sus obras tienen estructuras similares, con extensas conversaciones y prolongados monólogos, plenos de pensamientos interesantes. Una vez comenzadas a leer son realmente absorbentes. Sus personajes siempre cautivan y seducen y nos evocan el recuerdo de los años de entreguerras en la cosmopolita Europa central.




Después de haber presentado la inigualable aria de Norma en El misterio de la luna llena, esa Casta Diva volvemos a la ópera Norma de Vincenzo Bellini, una de sus más celebradas obras junto a La Sonnambula y, sobre todo, I Puritani.
Uno de los momentos cumbres es el dúo Mira, o Norma entre la protagonista y Adalgisa, su rival. Se trata de uno de los momentos más cargados de emoción de toda la obra.
Norma, la sacerdotisa gala, enamorada del romano Pollione y con dos hijos secretos de él, ha descubierto que su compañera Adalgisa es la nueva amante de éste. Tras un momento de desesperación, intenta matar a sus dos hijos. Es en este momento cuando se produce la escena entre ambas. Durante el dúo, la rivalidad entre ambas mujeres se convierte en un pacto de amistad, uno de los momentos que mejor recogen la amistad desinteresada entre dos personajes femeninos de toda la producción operística del siglo XIX.


La pieza, en una magnífica versión de concierto, vuelve a estar interpretada por Anna Netrebko en la voz de Norma y Elina Garança, en la de Adalgisa. La intimidad del momento viene reflejado por la delicadeza de la melodía, especialmente en la primera parte y por el acompañamiento orquestal, que en ciertos momentos se limita a las cuerdas e incluso llega a desaparecer. Se trata de uno de esos momentos inigualables y mágicos que nos regala el repertorio operístico. Es imposible transmitir la complicidad de los personajes sin que exista entre las intérpretes.



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El misterio de la Luna llena, esa Casta Diva

Nada hay que nos llame la atención tanto en una tranquila noche que el luminoso reflejo de la Luna llena. El misterioso satélite de la Tierra siempre nos ha llamado la atención al ser el astro más cercano a nosotros y nos ha fascinado planteándonos interrogantes sobre su presencia y aspecto.
En esta época del año vivimos con más intensidad de cara a la noche, hacia el exterior y tenemos la oportunidad de observarla con mayor detenimiento. Si dispones de unos minutos de tranquilidad para disfrutar de su vista, te traigo una página de un libro que fue adaptado al cine y la más conocida y famosa invocación a nuestro satélite más cercano, el Casta Diva de Bellini.


El texto de esta entrada pertenece a un cuento de Arthur C. Clarke, El Centinela, en el que se basó Stanley Kubrick para su conocida película 2001, una odisea del espacio. En este texto nos dirige la mirada hacia un lugar concreto. ¿Podremos dirigir hacia allá nuestra mirada en esta Luna llena?







Casta Diva, la más famosa de las melodías de Vincenzo Bellini nace, como por encanto, en un escenario complicado, lleno de personajes. Nos hallamos, como dice el libreto en el bosque sagrado de los druidas. En el centro, la encina de Irminsul, al pie de la cual se divisa la piedra de los druidas que sirve de altar. Colinas boscosas en la distancia. Es de noche: se vislumbra entre los árboles la luz de lejanas hogueras. Desfilan cortejos sacerdotales”. 
En el escenario avanza Pollione, el romano que ahora está enamorado de Adalgisaestá preparando la extrema ofensa para su amante Norma y proyecta derrotar definitivamente a los druidas. Luego está la ansiedad de los jefes que quieren saber por los auspicios de la sacerdotisa Norma, cuándo podrán vencer a los romanos en la guerra. Y finalmente viene la plegaria de la protagonista de la ópera, Norma, dirigida a la luna, para que revele los auspicios.
En Norma se une un libreto de Felice Romani con el genio creador de Vicenzo Bellini en el momento cumbre de su carrera. Se estrenó en 1831 con la interpretación de Giuditta Pasta en el papel de la protagonista.



Casta diva es, en lo que se refiere a la situación dramática, un canto sacerdotal, mágico, envuelto en el misterio de una naturaleza nocturna. De él emerge una aura mágica, intacta, un canto sin más conmoción que la contemplación de la belleza.
El esquema del aria es simétrico, sencillo. Una gran melodía inicial de Norma sola, la intervención del coro, la repetición de la gran melodía de Norma, aunque con otro texto, apoyada por el coro en la conclusión. El canto se va elevando poco a poco en el
registro medio, mediante peldaños progresivos y con una gran tensión. El coro entra declamando, sumiso, repitiendo las palabras casta diva. Sobre esta intervención coral, la voz de Norma adorna el agudo con refinadas vocalizaciones, volutas de canto simple y puro.



En esta entrada te propongo que oigas estas versiones de Casta diva para que te deleites y las compares. ¿Cuál elegirías? Si retuiteas o compartes en las redes sociales o escribe #castadiva y el nombre de la soprano que más te ha gustado. También puedes añadir tu comentario al blog.


Anna Netrebko

María Callas

Cecilia Bartoli


Renée Fleming

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